sábado, 17 de enero de 2009

la caja de desperdicios (la de la fotho soy yo super triste)


“Siento frío

porque llora mi alma”.

Otra vez dejo caer la pluma con desasosiego.

“Que mi alma inunde

tus cabellos, tu nombre”.

Y vuelven a derramarse, temblorosos, fragmentos de versos por el mar del olvido: la papelera de mi cuarto.

Cada noche intento designar con palabras escuetas y extravagantes lo que siento, esa extrañeza que mi cuerpo desgarrador quiere mostrar al universo; esa impotencia que hace a mi mano conmoverse, pero que luego desarma ante la ausencia de valentía, y me considero inútil, porque no puedo convertir mi desdicha, o mis impulsos de pasión, que desbordan por todos los rincones de este pequeño cuerpecito… no los puedo convertir en lo que tanto admiro: en poesía.

Desprecio lo que escribo, apenas un conjunto de sílabas que riman, pura palabrería.

Sueños hechos ceniza, que dejo que vuelen… y que no vuelvo a sentir, por mi estupidez de alejarlos de mí. ¿Y si dejo que sea mi imaginación la que salga a volar? Que se pasee por todos los senderos de cada cosa estipulada y se burle de esa sociedad maldita, con sus normas escritas por delinqüentes de vidas.

Lanzo un suspiro.

(Silencio).

“Arrastré sueños compartidos

con la muchedumbre.

Y al girarme, siento miedo,

Porque me encuentro a mí mismo.

Que mi alma inunde

De suspiros, tus cabellos,

Tanta desordenada melancolía.

Y siento frío

Porque cada noche tengo

Un encuentro contigo.

Esas noches frías.

Sólo un nombre: poesía”

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